01 Abr Winston Churchill, el atropello de un perro y la ley causa-efecto.
En diciembre de 1941 en plena 2º Guerra Mundial se realizó una sesión fotográfica. El resultado, una de las imágenes icónicas del siglo XX. Por un lado como modelo, el primer ministro del Reino Unido Winston Churchill. Por el otro como fotógrafo, Yusuf Karsh. Karsh tenía una maestría sobresaliente en el manejo de las luces en estudio. Empleaba especial cuidado en las manos de sus modelos. Pero no nos desviemos del tema. El fotógrafo vio que algo no funcionaba en la sesión. El primer ministro tenía poco tiempo. Karsh le pide que deje de fumar, Churchill se niega. El fotógrafo sin pensarlo le quita el puro de la boca (a todo un primer ministro). En ese momento dispara el obturador de la cámara.

Fotos: Yusuf Karsh.
Años más tarde, en 1957 algo similar ocurrió. En la suit 28A del hotel Waldort Astoria el duque de Windsor y Wallis Simpson esperan para unas fotos. Él abdicó a la corona británica para poder casarse con la millonaria americana. Vendieron al mundo una maravillosa historia de amor. Pero en el fondo existía la simpatía de ambos por Hitler y su “lucha”. El encargado de hacer las fotos en esta ocasión fue Richard Avedon. La descendencia judía de éste, lo motivó para mostrar una cara menos amable de tan popular matrimonio. Tenía solo una hora para poder realizar las fotos. Los modelos quería aparecer altivos e inalcanzables. Él era de sangre real y quería que quedase bien claro. Pero al genial Avedon se le ocurrió una idea. Él conocía la pasión por los perros de la pareja. Así que les puso delante la cámara y cuando todo estaba preparado le relató una historia inventada. “Al llegar al hotel, he visto como han atropellado a un perro”. En ese momento disparó su cámara. Ese retrato perturbador no gustó al duque y su esposa, pero se publicó. Años más tarde Avedon dijo que no se arrepentía, ya que los modelos amaban más a los perros que al pueblo judío.

Foto: Richard Avedon.
Ambas imágenes son el resultado de la ley causa-efecto, adaptada a nuestro propósito fotográfico. Toda acción tiene una reacción. Si Karsh y Avedon no toman el mando de la sesión, esas imágenes no las disfrutariamos. Entre pedir una sonrisa y hacer reír hay una diferencia que se evidenciará en nuestras fotos. Si queremos retratos con «alma», debemos interactuar con los modelos. Preparar bien la sesión es el deber del fotógrafo. Cuando un cliente quiere una “foto natural” en el fondo espera una buena foto. Y eso solo puede ser el resultado de una preparación previa y la experiencia de hacer fotos.
Pero, ¿tú qué crees?, ¿te gusta más improvisar, preparar, dejar libertad al modelo, preparar acciones para conseguir reacciones?. Y si eres modelo, ¿cómo quieres verte reflejado en una foto?.

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